Ariel Rot
Cuarto de siglo madrileño


El País, 24 de agosto de 2001

"Ariel Rot celebra en Robledo

su cuarto de siglo madrileño"


Ariel Rot

FERNANDO IÑIGUEZ | Madrid

El 3 de agosto de 1976 llegaba a Madrid desde Buenos Aires el matrimonio formado por el economista y editor Abrasha Rotenberg y la cantante Dina. Huían de la dictadura argentina y traían con ellos a una hermosa hija joven que quería ser actriz, Cecilia, y a un hijo adolescente de 16 años apasionado por el rock and roll que respondía al nombre de Ariel. Hace dos semanas, el matrimonio lo recordaba con un asado típico argentino en su casa de la urbanización Entrepinos, próxima a Cadalso de los Vidrios. Su hijo, Ariel Rot, hacía un paréntesis en su agenda de conciertos para celebrar con ellos sus 25 años en tierras españolas.
Esta noche a las once, no muy lejos de allí, en la Plaza Mayor de Robledo de Chavela, Ariel Rot volverá a subirse a un escenario para desgranar el repertorio recogido en el disco En vivo mucho mejor, música de rock and roll en estado puro que grabó en directo el pasado mes de marzo en el Teatro Jacinto Benavente de Galapagar. "Desde que estoy en solitario, estoy llevando los días más agitados", asegura Rot. "He tenido ocho actuaciones en diez días, no vivía algo así desde la época de Los Rodríguez", añade. Mañana por la noche actúa en Tenerife, en el festival Son Latinos.
Con una larga y fructífera carrera a sus espaldas como guitarrista y compositor en grupos míticos como Tequila y Los Rodríguez -irregular y varias veces interrumpida en solitario-, Ariel Rot ha conseguido después de 25 años grabar su primer disco en directo: "Si alguien que no me conoce me preguntara qué es lo que hago, le daría este disco, pues resume toda mi carrera".
Vecino desde hace años del barrio de Malasaña, Ariel Rot prefirió las afueras de Madrid para grabar el disco que ahora pasea por España. "El concejal de Cultura de Galapagar -el médico y periodista musical Luis Lapuente- es un tío muy enrollao que está sacando mucho partido a lo que tiene allí y está programando actividades musicales buenísimas", explica.
Ariel Rot contribuyó a normalizar el uso del castellano como lenguaje para el rock and roll, que resultó decisivo para el advenimiento de la nueva ola y la movida madrileña. Aunque en sus letras muchas veces se refleja el espíritu de la ciudad que le acogió -"Madrid te integra fácilmente", afirma-, Ariel Rot cree que ahora no se está pasando por una buena racha cultural: "A pesar de que conserva su marcha y actividad nocturna, es tremenda la falta de iniciativa cultural en Madrid".
Puede que ahí esté una de las razones que le llevó a grabar el disco lejos de su territorio natural: "En Galapagar se podía grabar un concierto en directo sin perder la intimidad. En Madrid sería imposible: o te vas al Palacio de los Deportes o al Siroco, y yo necesitaba algo intermedio", admite.
En el Vals de los recuerdos, la canción que abre el disco, Rot rememora las primeras impresiones de su llegada a Madrid hace un cuarto de siglo. Venía del frío agosto argentino y encontró una ciudad que vivía los coletazos de la dictadura y soñaba con la democracia. "Era una época dura", recuerda ahora el músico, "el rock apenas existía, pero se notaba que había ganas de hacer cosas. Me gustaba su espíritu trasgresor y casi exclusivo".
Ariel Rot no vive de la nostalgia, aunque le gusta comprobar las cosas que han cambiado. "Una vez, a la salida de un concierto de Miguel Ríos, recuerda, un grupo de guerrilleros de Cristo Rey nos siguieron a Alejo [Stivel, también argentino y compañero en Tequila] hasta el Retiro".
Sin embargo, cree que el viejo centro por donde vive ha cambiado poco arquitectónicamente. "Veo las calles de Malasaña", explica, "muy parecidas a entonces, pero lo que sí creo que ha cambiado es la estética de la gente. Ahora hay más colorido en la ropa, y muchas razas mezcladas. Recuerdo los primeros años como que todos eran muy parecidos y vestían sólo de azul, marrón y gris".

Un 'bicho raro'

Una anécdota de entonces puede ilustrar la afirmación: "El primer día de colegio me vi en el patio rodeado de chicos que me miraban con curiosidad. ¡Un argentino! ¡rubio! ¡y se llama Ariel! Era un bicho raro, pero ahora no resultaría sorprendente, aunque creo que todavía en España nadie le pone a su hijo el nombre de un detergente" , bromea.
El pasado 9 de agosto, Ariel Rot actuaba en las fiestas de Lavapiés. Le sirvió el concierto para comprobar su momento de éxito. "Me vienen a ver fans que se conocen bien el repertorio ", asegura, "y eso me hace sentirme más tranquilo". El disco en directo ha contribuido a ese asentamiento, pero Rot quiere matizar: "Aunque es un repaso de mi carrera, no quiero que se tome como si a partir de ahora fuera a hacer otras cosas". Inquieto, puntualiza: Siempre tengo la antena puesta de lo que se hace nuevo, pero me voy a seguir moviendo en mi línea natural. Capturando ideas en libertad. Es como si a B. B. King le dicen: 'Está muy bien eso del blues, pero es un estilo viejo, haga otra cosa'. Se reiría".
Robledo de Chavela, inmerso en sus fiestas populares, acoge esta noche a Ariel Rot. Conoce el pueblo porque en él tiene buenos amigos que le invitan de vez en cuando. "Podría inventarme que siempre he veraneado en Robledo, pero la verdad es que mi única vinculación es que es el pueblo donde vive mi representante. Razón suficiente".

La resaca del Tequila

El rock madrileño tiene una deuda con los músicos argentinos desde hace tres décadas. A mediados de los años setenta, el rock español padecía una de sus más duras travesías en el desierto. El castellano había caído en desuso desde el esplendor del pop de los sesenta.
Dos chicos argentinos, Ariel Rot y Alejo Stivel, y un maduro Moris, demostraron en los albores de la democracia que la lengua de Cervantes era también adecuada para el rock and roll.
Los dos jóvenes constituyeron el núcleo de Tequila, y el veterano popularizó en solitario unos "Zapatos de gamuza azul" que revisaban un clásico del rock and roll de los años cincuenta.
Tequila se completaba con el guitarrista Julián Infante, el baterista Manolo Iglesias -ambos fallecidos- y el bajista Felipe Lipe, todos españoles. Duraron cinco años, pero les quedó la gloria de ser el grupo que, sin pertenecer a la movida madrileña, la propició. Sin Tequila y otros músicos argentinos no hubiera sido posible esperar del rock de raíz hispana lo que luego dio de sí. Pero nunca como ahora el sonido Tequila ha estado más presente. No hay más que buscarlo en grupos como "Pereza", "El Canto del Loco", "La Rabia" o "El Hombre Gancho".
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